A falta de PAN buenas son HOSTIAS
Hablamos de OT, Operación Triunfo, ese programa calificado por su particular doctor House como "el Karaoke más caro del mundo".
Este año a falta de buena materia prima interpretativa –PAN–, sus productores han decidido que bienvenidas sean las Tortas televisivas –es decir las HOSTIAS– de ese personaje conocido como Risto Mejide.
El martes 29 de abril, el creativo, desde su púlpito –el parapeto publicitario del Sony Vaio– repartió a diestra y siniestra. Hubo para todos, menos para Jesús Vázquez, que ya las había recibido de varios colores en la gala anterior. Mejide tiró contra el programa, contra el cásting, contra el jurado, contra los profesores, contra la dirección y, por supuesto, contra los "triunfitos".
Es un nuevo modelo de hacer show en televisión, o lo que es lo mismo de ganar pasta gansa: si el programa no funciona por si solo, agénciate un personaje y muéstralo regurgitado en formato de vídeos varios como el mejor de los freak televisivos. En esta ocasión el resultado ha sido de Oscar. Risto levanta tantas pasiones como odios, y con ellas ha conseguido no dejar indiferente a nadie. Risto es el antibiótico perfecto contra ese virus televisivo que tanto miedo da a ejecutivos de cadenas y productoras: la indiferencia. Su uso, y sobre todo su abuso, provoca amor y odio, a parte iguales, ira, llanto y algo tan dañino como una buena dosis de realismo. Reconozco que, al igual que Greg House, me atrae tanto el producto como sus efectos secundarios.
Risto es, a su pesar o por su empeño, el hombre de moda: es listo, sabe hablar, sabe de lo que habla –o al menos lo hace creíble– y lo que es mejor, dice lo que le da la real gana –o lo parece–. Es una especie de "Todo lo que usted siempre quiso decir pero que jamás se atrevió a comentar, las más de las veces por miedo a quedarse sin trabajo, sin familia, sin novia, sin hijos, sin amigos y sin perro".
Eso, y mucho más, es Risto. O el producto que nos quieren vender, porque si utilizamos el metalengüaje Ristiano, no sabemos dónde termina la persona y empieza el producto. Son tan miméticos y tan verosímiles sus planteamientos de "hijo de puta brutalmente sincero" que nos tiene a todos confundidos.
Si un día de estos sale del plató –para después volver– habrá cumplido uno de los ritos televisivos más de moda: la rabieta del famoso. Y así, el irreverente icono contracultural será fagocitado por la cultura basura televisiva, de igual modo que Dadá, Haring, Warhol y otros muchos forman parte de aquello contra lo que se rebelaron.
Si en cambio no vuelve y desaparece, muchos le olvidarán. Otros, en cambio, le echaremos de menos y habremos comprobado que el Risto persona pudo con el Risto personaje, y que su rebeldía era algo más que una pose.
De momento le tenemos en youtube –hasta la saciedad– y en su blog, donde podemos degustar su esencia pura de cabrón sincero, algo que no abunda ni en éste ni en otros países. Y como buen producto televisivo, Risto también tiene un lado humano. Quedémonos hoy con él.
Este año a falta de buena materia prima interpretativa –PAN–, sus productores han decidido que bienvenidas sean las Tortas televisivas –es decir las HOSTIAS– de ese personaje conocido como Risto Mejide.
El martes 29 de abril, el creativo, desde su púlpito –el parapeto publicitario del Sony Vaio– repartió a diestra y siniestra. Hubo para todos, menos para Jesús Vázquez, que ya las había recibido de varios colores en la gala anterior. Mejide tiró contra el programa, contra el cásting, contra el jurado, contra los profesores, contra la dirección y, por supuesto, contra los "triunfitos".
Es un nuevo modelo de hacer show en televisión, o lo que es lo mismo de ganar pasta gansa: si el programa no funciona por si solo, agénciate un personaje y muéstralo regurgitado en formato de vídeos varios como el mejor de los freak televisivos. En esta ocasión el resultado ha sido de Oscar. Risto levanta tantas pasiones como odios, y con ellas ha conseguido no dejar indiferente a nadie. Risto es el antibiótico perfecto contra ese virus televisivo que tanto miedo da a ejecutivos de cadenas y productoras: la indiferencia. Su uso, y sobre todo su abuso, provoca amor y odio, a parte iguales, ira, llanto y algo tan dañino como una buena dosis de realismo. Reconozco que, al igual que Greg House, me atrae tanto el producto como sus efectos secundarios.
Risto es, a su pesar o por su empeño, el hombre de moda: es listo, sabe hablar, sabe de lo que habla –o al menos lo hace creíble– y lo que es mejor, dice lo que le da la real gana –o lo parece–. Es una especie de "Todo lo que usted siempre quiso decir pero que jamás se atrevió a comentar, las más de las veces por miedo a quedarse sin trabajo, sin familia, sin novia, sin hijos, sin amigos y sin perro".
Eso, y mucho más, es Risto. O el producto que nos quieren vender, porque si utilizamos el metalengüaje Ristiano, no sabemos dónde termina la persona y empieza el producto. Son tan miméticos y tan verosímiles sus planteamientos de "hijo de puta brutalmente sincero" que nos tiene a todos confundidos.
Si un día de estos sale del plató –para después volver– habrá cumplido uno de los ritos televisivos más de moda: la rabieta del famoso. Y así, el irreverente icono contracultural será fagocitado por la cultura basura televisiva, de igual modo que Dadá, Haring, Warhol y otros muchos forman parte de aquello contra lo que se rebelaron.
Si en cambio no vuelve y desaparece, muchos le olvidarán. Otros, en cambio, le echaremos de menos y habremos comprobado que el Risto persona pudo con el Risto personaje, y que su rebeldía era algo más que una pose.
De momento le tenemos en youtube –hasta la saciedad– y en su blog, donde podemos degustar su esencia pura de cabrón sincero, algo que no abunda ni en éste ni en otros países. Y como buen producto televisivo, Risto también tiene un lado humano. Quedémonos hoy con él.
Comentarios
Te lo agradecería.
PD:Te escribo los mensajes en forma de post, porque al no aparecer ningún correo electrónio en tu blog, no tengo otro remedio.
1. Es costumbre, y buena, colocar en el currículum el nombre de la Escula en la que se han realizado los cursos de doblaje. Ya sean de dos o de cuatro años.
2. Revisar los nombres de los directores de cine es una sana costumbre que evita confundir a Snyder con Snayder.
3. Sería recomendable evitar frases de este tipo: "No quiero pecar de narcisista, pero tengo la convicción de que mis relatos son de mucha calidad, y sé que se van a llevar a los cines de todo el mundo".
4. Y sobre todo, y teniendo en cuenta que en EE.UU. han realizado una huelga para cobrar más dinero por sus derechos en diversos formatos, resulta arriesgado y nada corporativo decir que se ceden todos los derechos de dos guiones.
1º He rectificado el pequeño gazapo de mi crítica, por lo que el apellido del director de 300 ya está escrito correctamente .
2º La frase "No quiero pecar de narcisista, pero tengo la convicción de que mis relatos son de mucha calidad, y sé que se van a llevar a los cines de todo el mundo", creo que ya ha sido eliminada, y también la mayoría de los anuncios que puse en su momento.
3º No tuve una gran experiencia con la directora de la escuela de doblaje, por lo que no quiero hacer publicidad de la susodicha, pero en cualquier caso te puedo mandar, a ti o a quien quiera, todos los recibos que pagué religiosamente, mes a mes.
4º Yo no cedo los derechos de mis trabajos gratis. Eso está claro. Vaya, que no los regalo.
Ahora cógeme un par de consejos tú a mi.
Creo, conmigo por lo menos, que eres una mala persona y poco cobarde porque te escudas en el anonimato de un blog para hacer daño.
Son dos lastres muy pesados cómo para poder triunfar en el mundo del arte, llámesele, cine o lo que sea.
Ya que has visitado mi currículo en quientv, te diré que también lo he modificado, y he borrado la frase que decía, ( no quiero pecar de narcisista y bla, bla, bla). La he cambiado por otra menos pomposa. Incluso he borrado mi móvil y mi dirección de e-mail de esos curriculum.
Otra cosa, y quizá te parecerá surrealista, pero la dueña de la escuela de doblaje donde recibí las clases, es de Ponferrada, León. Sé que se te da bien investigar y pronto averiguarás de quien se trata y el nombre de la escuela. Salud también para ti.
Creo que el problema de OT de este año es que les falta exposición televisiva. Sin el Tomate y sin el Ventilador necesitan ponerse las pilas para tener cuota de pantalla. Qué mejor manera que lanzar polémicas, hacer teatrillos absurdos y sacar a los concursantes el paños menores.
Por lo demás, Chipper forever.