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"Duros a 4 pesetas"

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Una de las muchas enseñanzas que a modo de parábola me enseñó mi padre tiene que ver con la frase del título. Una tarde mientras él tomaba café en un bar, yo miraba ensimismado una de aquellas máquinas en las que las pesetas se amontonaban en tres pilas de cascadas esperando a que alguien las "alimentara" para soltar una "bocanada" de monedas que colmase nuestros bolsillos. O eso pensábamos los más ilusos. Después de casi media hora de observación hipnótica, se acercó, me cogió de la mano y me dijo "vamos". Yo la estiré y me deshice de ella mientras le decía eufórico: "¡Espera, que están a punto de caer!". Mi padre se agachó, me giró la cara, me miró a los ojos y me dijo con cierto enfado: "Hijo, nadie da duros a cuatro pesetas". Ese recuerdo, que todavía conservo intacto, ha crecido en forma de lección con todas las películas de gángsters y timadores que he ido almacenando en mis retinas. Además de las que todos ya conocemos –THE STING