Haneke, el silencio tras el disparo

Hace 11 años, en 1997, Michael Haneke estrenó Funny Games. En la película, una familia burguesa –padre, madre e hijo–, regresa a su casa del lago para pasar un tranquilo y apacible fin de semana navegando y descansando. Por desgracia, la presencia de dos jóvenes altera totalmente esos planes. Con esta historia, en apariencia sencilla, Haneke, deconstruye las claves del género del terror, creando un clima en el que la violencia resulta tan real y extrema como innecesaria. El espectador es sometido a un proceso de voyeurismo en el que no hay espacio para la contención. Sus malos no se presentan amparados bajo argumentos morales, genéticos o educativos. Sino que incluso se permiten la insolencia de dirigirse al espectador, formando así parte de una grotesca comedia del arte en la que la violencia no tiene redención.

Con ella -dijo Haneke– pretendía explicar que la violencia sólo persigue un objetivo: hacer daño de forma indiscriminada a otras personas. Y lo hacía utilizando a los propios –y sádicos– protagonistas como profesores. Por eso también, la maldad de sus personajes aparece despojada de los convencionalismos del género: ni han sufrido una tortuosa niñez plagada de abusos, ni forman parte de un colectivo de yonquis. Son así porque lo son y punto. O mejor, son así porque disfrutan inflingiendo dolor.

Además de prescindir de abyectas justificaciones morales, el director no permite la injerencia –absurda, por otro lado– de elementos externos que alivien el dolor de quienes sufren. Aquí los malos, los dos sociópatas perfectamente descritos como dos clowns –Peter & Paul, Beavis & Buthead, Tom y Jerry–, seguirán haciendo daño, o sea, matando, incluso después de que acabe la película.

El director alemán concibió está historia expresamente para el público estadounidense, considerando que esta audiencia está sometida diariamente a altas dosis de violencia audiovisual sin apenas reconocimiento. La poca –casi nula– aceptación que tuvo la película en Estados Unidos –porque está rodada en alemán, y porque allí el cine subtitulado se estrena en salas de arte y ensayo– es la razón fundamental que le ha llevado a dirigir una nueva versión de Funny Games, en inglés y con actores conocidos (Tim Roth y Naomi Watts son el matrimonio, y junto a ellos los inquietantes Michael Pitt y Brady Corbet), pero exacta y milimétricamente calcada a la versión alemana (que protagonizó, entre otros, el desaparecido Ulrich Mühe).

En realidad Funny Games no es más que una aproximación a una de esas zonas oscuras que alberga nuestra conciencia, entre las que se encuentran el dolor, la culpa, la violencia, el sexo y el placer. Algo que Haneke ha tratado en casi todas sus películas. Aunque para ello haya elegido distintos puntos de vista. Su cine, tachado por algunos de simplista, obsceno e incluso de pornográfico, no responde preguntas. Tan sólo las plantea, a la vez que disecciona conductas y sus reacciones. Y lo hace de forma explícita, desnudando el alma y dejando en entredicho al ser humano. Por esto, y por otras muchas razones, sus universos resultan tan interesantes como perturbadores. Y por eso también Funny Games puede ser considerado uno de sus mejores trabajos.

No haré disquisiciones sobre cuál de las dos es mejor, entre otras razones por que son prácticamente iguales (la americana tiene 10 minutos más, simplemente porque algunos planos duran más; y sí, Naomi Watts le confiere un punto más erótico en algunas secuencias; pero en cambio los malos, funcionan más como pareja cómica, tipo el gordo y el flaco, en la alemana). Tan sólo dejo aquí el trailer de la original (y para comparar, aquí el de la americana) y lo completo con esta entrevista, divida en dos partes, en la que Haneke desvela muchas claves de su cine y, sobretodo, de Funny Games: Primera parte, Segunda parte.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Esta película me obsesionó desde el día en que la vi por primera vez. De hecho he escrito un largo con una idea muy parecida, sólo que de época, pero contada desde el punto de vista de los aniquiladores.
Anónimo ha dicho que…
Yo es que vi la primera en su momento y me desasosegó (¿existe esto?) tanto que no quiero ver la otra versión.

Carajo.

Eso sí, me moló lo del mando a distancia mucho.

Que mala es la gente, señor!
Esquizofrénico ha dicho que…
ESTOY HARTA...: Me gustaría enormemente leer ese guión, se lo juro.

GALAGHAN: Creo que sí, existe. Y créame, merece la pena verla de nuevo. Lo bueno nunca cansa.

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