LOS ASUNTOS SUCIOS DE SCORSESE

(ATENCIÓN: ABSTENERSE DE LEER QUIENES NO HAYAN VISTO INFILTRADOS)
Sé que lo que voy a decir va a disgustar a más de uno. Me consta, porque entre ellos se encuentran amigos a los que les gustó y disfrutaron viendo INFILTRADOS (THE DEPARTED). A mi también me duele, porque su director, Martin Scorsese, es uno de mis favoritos. Sin embargo no puedo evitarlo. La película es un remake de la hong-konesa JUEGO SUCIO (INFERNAL AFFAIRS), escrita y dirigida por Wai Keung Lau, Siu Fai Mak y Felix Chong. Pero, mejor, voy a dejar que sean las palabras de Ángel Fernández-Santos (crítico de cine ya fallecido) las que lo expresen:

“Hay insolencia, y a veces también necedad, detrás de la práctica parásita, ya veces también plagiaria del remake o refilmación –intrusa entrada a saco en películas ajenas para hacerlas propias, lo que de paso apesta a robo legal-, aberración a que conduce con asqueante frecuencia el desierto imaginativo de Hollywood. (…) Todo ocurre en VANILLA SKY tan al pie de la letra de ABRE LOS OJOS que no se entiende qué alquimia de la caradura ha usado Camero Crowe, como pócima moral que le permite sin rubor proclamarse autor de un guión que en todo lo esencial escribieron otros” (Ángel Fernández-Santos, EL PAÍS 1 de febrero de 2002).

Sin rubor, debo decir que si donde dice VANILLA SKY y ABRE LOS OJOS digo INFILTRADOS y ASUNTOS SUCIOS, respectivamente, y donde dije Cameron Crowe digo Martin Scorsese (insisto, con pena), el resultado es definitivamente el mismo.

No hay aportaciones que mejoren el original. Ni el cambio en el personaje de la psicóloga (en el original sólo se relaciona con el infiltrado en la mafia), que merced a una virguería de guión termina acostándose, increíblemente, con los dos 'topos' (DiCaprio y Damon). Ni el encabronamiento constante del personaje de Mark Whalberg (inexistente en el original y que Scorsese y su guionista se sacan de la manga, simplemente para el encaje de bolillos final). Ni la presencia de un ampuloso (siempre increíble, en un vehículo acorde a sus lucimientos) Jack Nicholson. Ni ese maniqueo final edulcorado moralmente, en el que se nos intenta explicar que el mal nunca vence, y que en su original termina como debe terminar, con la muerte del héroe y el triunfo del amoral reconvertido. Y encima, como ocurría en VANILLA SKY, han tenido el descaro (como puede comprobarse en los créditos del trailer y del cartel) de atribuirse el guión. En conclusión: si dejamos a un lado la música de JUEGO SUCIO, el buen trabajo de Di Caprio y del resto del reparto en INFILTRADOS, la hongkonesa gana por goleada: está mejor realizada, sus localizaciones son mejores, las secuencias de acción están infinitamente mejor resueltas (a veces a ritmo de vídeo clip, pero juego a su favor), es más intensa y encima dura tan sólo 95 minutos, frente a unos extensísimos 152 de la versión Hollywood.


Seguro (así lo espero) que volveremos a disfrutar de un cineasta que nos regaló momentos increíbles en MALAS CALLES, que nos estremeció con los viajes nocturnos del Travis de TAXI DRIVER, que volvió por esos cauces en AL LÍMITE (a pesar de Nicholas “Kulechov” Cage), que refilmó con precisión (esta vez sí) EL CABO DEL MIEDO o que reubicó a Robert De Niro y a Joe Pesci gracias a tres obras maestras como TORO SALVAJE, UNO DE LOS NUESTROS y CASINO. Ese es mí Scorsese y al que echo de menos ahora.
Por cierto, JUEGO SUCIO se puede ver estos días en Canal + (Gracias por descubrírmela, ‘Deivid, el de Londres’).

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